La brisa, apenas cálida, entra
por la ventana entreabierta.
Hoy nos visita el sol.
Apoyo la frente sobre el
cristal. Está frío.
Mi mirada vaga más allá de
mí, más allá de lo que pienso. Se enreda en las ramas y tropieza con ella,
frágil y etérea.
La luz se fragmenta en mil
colores que iluminan sus alas transparentes. Parece perdida entre mis plantas
que crean una ilusión de primavera.
Alargo mi mano intentando
acariciarla y aletea durante un segundo. Casi percibo su mirada.
Luego, se aleja derrochando libertad,
color e indiferencia.
¿Sabrá la mariposa que hoy
es viernes y que me siento casi, casi como… ella?
Frágil y etérea.
María en este nuevo blog estás alcanzando cotas de sensibilidad maravillosas.
ResponderEliminarEste post es un tanto esperanzador cómo añorante,
Un beso
Hola, Camy, siempre esperanzador aunque, como tú dices, con ese puntito de añoranza.
ResponderEliminarUn besote