17 marzo 2013

Aprendió...

De ella aprendió la dulzura, la certeza de que nada es eterno, la capacidad de amar y enseñar a hacerlo, de reinventar con un nuevo sol cada momento.
Consiguió aplicar la química y las matemáticas a la vida, crear un pequeño universo mientras recorrían el camino de la montaña y el viento se enredaba en sus manos y en su pelo. Tocar el cielo.

Supo, mientras la brisa del mar agitaba suavemente las cortinas de su casa, que con ella había descubierto el amor. Un amor hecho de sonrisas, de palabras, de suspiros y de adiós.
Un amor que se le había pegado a la piel.

2 comentarios:

  1. Un amor que se había pegado a la piel.
    Qué maravilla, me ha encantado querida María.

    Un abrazo muy grande.

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  2. Querida Luisa,

    No soy capaz de hacerlo con tu bellísima poesía, pero así es como debe ser el amor, creo.

    Un abrazo grande, grande

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