… con el cielo como techo…
Levanto la mirada y contemplo una estrella que cruza fugaz el firmamento oscuro y limpio.
La cacofonía de ruidos se ha silenciado y el sueño se pasea colándose por las rendijas de las ventanas.
La soledad es, en esta noche estrellada, un vestido que me envuelve con la suavidad de un tiempo de otoño.
Cierro los ojos para perderme en un sueño que me mece como las olas del mar.
Atrás quedaron las prisas, las tensiones, esa parte de mi vida que, en algunos momentos, hace bailar mi cabeza, mi equillibrio y mi paz.
Ahora bañada por el silencio de una ciudad que duerme vuelvo a la tranquilidad que necesito.
Los ladridos de un perro que canta a la luna me hacen descender de nuevo a la tierra…
un ruido tras de mí se convierte en...
... unos brazos que rodean mi espalda y una voz cálida que me susurra al oído…
… ¿vienes?...
… voy, le responde mi gesto…
… ¿recuerdas? mañana es viernes, me responde su sonrisa…
Buena sugerencia, María! Intuyo un buen fin de semana... Besos.
ResponderEliminarLos fines de semana son siempre buenos, Julie, pero si los podemos hacer perfectos...
ResponderEliminarMil besos de fin de semana...