Llueve, llueve sobre el cristal. Son incontables lágrimas que dejan senderos que no llevan a ninguna parte.
Salgo en busca de las flores intentando adivinar un atisbo de primavera.
No lo encuentro y abandono, pero antes de hacerlo un pequeño punto rojo me llama hacia una esquina del jardín.
Me acerco.
Una flor diminuta pugna por salir entre los espinos. Pequeña y de un rojo sangriento presume de ser la primera.
¿Será que se acerca la primavera y que no la veo aunque la presienta?... Será.
María, ante la tristeza de la lluvia nos alegra el renacer una vez más de la primavera.
ResponderEliminarUn beso
Buscando esa primavera estoy, Camy. Ahí está esperando y yo ya tengo ganas de que llegue. Un abrazo.
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