Salió a la calle y la recibió un día azul y gris de invierno.
Nada había que la pudiera alegrar. El
frío hacía juego con lo que sentía su corazón. Anduvo ensimismada intentando
borrar recuerdos obstinados pero estos parecían haberse instalado cómodamente sobre
sus hombros.
Oyó a lo lejos su nombre y
se volvió despacio. Hacía ella venía una maravillosa sonrisa.
Siempre el poder mágico de una sonrisa.
ResponderEliminarUna sonrisa puede cambiarlo todo. Genial.
ResponderEliminarSí, Anónimo, la sonrisa es una puerta a la mágia.
ResponderEliminar¿Verdad que sí, Julie? La sonrisa tiene un valor que no le damos. Un abrazo inmenso.
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