14 julio 2013

Esa página en blanco...

... la frustración que sientes al no encontrar la palabra, el verbo que exprese  los sentimientos de él, de ella, de los que le rodean...
Foto de Internet
 
Cuando percibes una escena y deseas plasmarla de tal manera que parezca que prestas tus ojos a quien te lee.
Y a la vez que todo tenga sentido, que más allá de la técnica, sea el corazón quien escribe.
Que fluya la historia como si la misma historia la contara con su propia voz.
 
Es cuando la sensación se convierte en algo real, con unas coordenadas propias dentro del mapa de tu frustración y escribes la primera palabra con temor, de puntillas, por miedo a detrás de esa primera palabra, ya no siga ninguna y que la historia que bulle bajo tu piel, entre las esquinas de tu imaginación, en los recovecos de tu memoria... no pueda ser contada.
 
Entonces... cierras los ojos, respiras hondo, desconectas de tu entorno y como una marea que sube y amenaza con ahogarte, las palabras se van enredando entre ellas, con ellas, por ellas y la historia que sólo tenía forma dentro de ti, se materializa.
 
Y la página en blanco... deja de ser tu enemiga.

2 comentarios:

  1. Me has dado tanto y tanto placer, sí, sí, placer con todas las letras que no sabría como agradecértelo. Me gustaría compensarte de algún modo y a la vez no sé que regalarte, así que te dejo esto escrito aquí, como prueba del orgasmo que siento a veces al escribir en ti estas palabras...

    Y guardé aquella hoja de papel que ya nunca volvió a ser simplemente una hoja de papel en blanco, en un cofre de madera que conservo en mi casa de campo...

    A quien iba dirigida aquella carta, me preguntas...? Supongo que a quien disfruta haciendo el amor con las palabras...

    Bon dia Chica Maria...! Ains...! Tu hoja en blanco despertó de nuevo mi imaginación...!

    Un besete con total ausencia de frío, si claro mujer, de los de lunes.

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  2. Y ella encontró aquella hoja en blanco... sí, sí, aquella que dejaste en el cofre de madera taraceado con un lirio... ¿Que cómo sabía donde estaba...? no me lo preguntes, pero... lo sabe, y para compensarte también de algún modo te dejó aquella hoja en blanco para que tú la llenaras mientras hacías el amor con las palabras...

    Bona tarda, Josep, y tu cofre de madera despertó la mía... je.

    Besitos de lunes pero que ya tienes cara de martes...

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