Sentada
en la terraza veo el sol ponerse sobre el mar. La luz amarillo
rojiza, tropieza sobre el agua y se rompe en mil pequeños espejos que caen en una
lluvia brillante. La serenidad se acopla a mi cuerpo. Y deseo que el tiempo se pare en aquel segundo y yo hacerme una casa en él.
No hay nada que turbe la dulzura de la tarde. Solos, el sol que se aleja y
yo.
De
repente un ¡clic! en mi cabeza me despierta del sueño en el segundo y noto una
ausencia. Y
me pregunto... porqué el sol es menos luminoso y mi paz es menos placentera.
¿Por
qué?
Y
entonces llega tu recuerdo. Y necesito darte un nombre para hacerte real. Y
necesito nombrarte para que formes parte de mi sueño. Pero tú ya eres real. Y
es esa realidad la que me hace perder la calma.
Tú
realidad, no la mía. Tu silencio, no el mío.
Mi
silencio es sereno, acogedor.
No
hay olvido, tan solo cerrar todos los sentidos y disfrutar de una presencia
lejana que se refuerza con esos sonidos del silencio.
En el silencio se recrean
tus palabras, tus gestos, y en ese aparente vacío, se tejen todavía más los
lazos invisibles que nos unen.
Tu
silencio crea fantasmas de olvido, de ausencia.
Yo
vivo en mi silencio que también es el tuyo, pero… ¿vivo yo en tu silencio?
No puedo evitar el pensar en ti tal y como te conozco o creo que eres...este post podía ser para un 14 de febrero o para un 23 de abril, o para cualquier día. No quiero añadir nada más.
ResponderEliminarBsitos
No hace falta que lo hagas, Camy. Tienes razón... o para cualquier día. Besazos
ResponderEliminarSi el silenci
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